martes, 1 de marzo de 2022

¿LA DEMOCRACIA CRISTIANA ES LIBERAL O ANTILIBERAL?



Existen palabras que tienen diferentes sentidos según sean quienes las empleen, y de allí que, al utilizarlas, unos entienden una cosa y otros otra. Esto trae peligrosas confusiones tanto en el campo religioso como en el social. Así, para los católicos de hoy la palabra "liberalismo" tiene un sentido que es diferente del que a esa palabra daban los católicos del siglo XIX. Y, a su vez, muchos no católicos le han dado y le siguen dando otro sentido. Todo esto se presta a confusión, haciendo poco aconsejable el empleo de esa palabra sin ser acompañada de un adjetivo que la califique. Porque, en realidad, puede hablarse, históricamente, de "liberales católicos" y de "liberales irreligiosos". Todos los grandes demócrata-cristianos del siglo pasado se denominaron "liberales". De allí que en la Historia de la Iglesia se estudie el llamado "catolicismo liberal". Al calificarse a sí mismos de "liberales", los demócrata-cristianos del siglo XIX, entendían decir —de acuerdo con el sentido gramatical de la palabra— que eran partidarios de las libertades políticas y defensores del principio de la libertad humana.

Sin embargo, durante el último tercio del siglo XIX y comienzos del XX, la denominación "catolicismo liberal" fue aplicada equivocadamente, o tal vez arteramente, a un sincretismo acomodaticio que constituía una traición a la tendencia que habían apoyado Lacordaire, Ozanam, Frías, etc.. En la dirección opuesta a esa buena tendencia debe ubicarse el liberalismo utilitarista, para el cual el "desiderátum" de la libertad consiste en la expansión del individuo mediante el aumento de su riqueza, de su poder, de sus placeres, sin consideración alguna de la verdad y la justicia, y sin respeto del "otro", así sea éste oprimido o explotado. En definitiva, se concluía en la consagración del capricho y la veleidad como tales, sólo por ser expresiones de la voluntad sin coerción externa. En esta segunda modalidad extrema, que mejor se llamaría "libertinaje", la corriente tuvo concreciones diversas. De modo directo, con respecto a los poseedores de medios económicos, de poderes políticos o de fuerzas materiales, se intentó hacerlo efectivo, respectivamente, como "individualismo de riqueza", o si se quiere, en cierto sentido, "capitalismo"; como "despotismo"; o como "anarquismo". Indirectamente, como reacción de ultra compensación, el liberalismo, en este segundo sentido, ocasionó la tendencia "colectivista", reducida, en la práctica, a nuevas formas de despotismo ... El liberalismo, en la orientación del libertinaje, influyó en contra del propio movimiento de avance en el sentido de la libertad; por ejemplo: en el individualismo económico, desconocía la situación de los pobres y de los pueblos en vías de desarrollo; en el ejercicio del poder político, degeneraba en "jacobinismo"; y en el anarquismo no se pensaba en el sufrimiento de las víctimas de sus estragos. De ese modo, esa segunda clase de liberalismo, a pesar de sus proclamaciones en favor de la libertad, negaba prácticamente el principio mismo de ella como condición esencial de todos y cada uno de los hombres.

Han existido, pues, dos clases de liberalismo, y solamente uno de ellos pretendió llevar el principio de libertad a extremos incompatibles con las enseñanzas de la religión católica, mereciendo, por ello, el calificativo de "irreligioso" y "exagerado". Ese liberalismo se hizo pasible de las condenaciones de la Santa Sede. León XIII, en su encíclica "Libertas", de fecha 20 de junio de 1888, condenó el liberalismo que no admite ninguna voluntad divina como norma de nuestras acciones, sosteniendo que cada uno es para sí su propia ley. Y asimismo condenó al liberalismo que, si bien reconoce el buen principio de que la vida y las costumbres de los particulares deben regirse por las leyes divinas, sostiene, empero, que en la vida pública es lícito apartarse de los mandamientos de la ley de Dios, y no tenerlos presentes al dictarse las leyes de los Estados.

Una vez realizada esta aclaración, podemos contestar a la pregunta inicial diciendo que la democracia cristiana puede ser calificada de liberal en el sentido que a esa palabra daban Lacordaire, Ozanam, Félix Frías, Estrada y demás demócrata-cristianos del siglo pasado. Es decir, que puede ser catalogada de liberal en cuanto es partidaria de las libertades políticas y está dispuesta a defender con energía el principio de la libertad humana. Pero también puede ser catalogada de antiliberal, si por liberal se entiende el que es partidario de una libertad ilimitada, de una "libertad con facultades extraordinarias" —según frase de Félix Frías—; y asimismo podrá ser catalogada de antiliberal si por liberalismo se entiende el liberalismo irreligioso y exagerado que engendró, directamente, el individualismo, el jacobinismo , el capitalismo individualista y el anarquismo, y que por reacción engendró, indirectamente, el colectivismo marxista.

La democracia cristiana rechaza ese liberalismo por considerarlo un error social anticristiano y antidemocrático que ha sido causa preponderante del nacimiento de todos esos males que hoy afligen a la humanidad. En cambio, lucha por la auténtica libertad: la libertad cristiana que, unida a la justicia y a la caridad, proporciona a las naciones paz, bienestar y progreso.

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Ambrosio Romero Carranza (San Fernando, 1904 – Buenos Aires, 18 de enero de 1999) fue un abogado, profesor universitario, periodista, político, historiador, filósofo y magistrado y líder intelectual católico argentino. Fue uno de los fundadores del Partido Demócrata Cristiano y miembro de su primera Junta Nacional. Miembro de Número de la Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales de Buenos Aires y de la de Ciencias Morales y Políticas.

 


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