lunes, 28 de febrero de 2022

Conceptos fundamentales


 

Nada resulta más necesario, para una filosofía política saludable, que procurar ordenar las nociones de nación, cuerpo político (o sociedad política) y estado y circunscribir claramente el significado genuino de cada una de ellas.

A menudo, en el habla corriente, esos tres conceptos se utilizan como sinónimos. Pero la confusión entre ellos, o su sistemática identificación ha sido una calamidad para la historia moderna.

Denominamos comunidad a una agrupación humana –pueden ser dos personas o una multitud- que posea una fuerte dosis de sentimientos y hábitos comunes a todos sus miembros, productos de una herencia también común. Sus integrantes forman parte de ella fácticamente, sin previa ni libre determinación, a veces sin clara conciencia del hecho. El despertar de las conciencias, de darse, es siempre posterior a la constitución del grupo.

"El Hombre y el estado"
de Jacques Maritain
Denominamos sociedad, en cambio, a una agrupación humana que resulta de la decisión inteligente y voluntaria de sus miembros, movidos para realizar una tarea común.  Como consecuencia, puede estar integrada por individuos heterogéneos en muchos aspectos y, obviamente, el despertar de las conciencias es anterior a la aparición de la agrupación societaria.

La tribu, el clan, la familia, ciertos grupos regionales, étnicos y lingüísticos, son ejemplos de comunidad; una empresa, un club, un sindicato, un colegio y ciertas instituciones mayores, son ejemplos de sociedad.

La comunidad es, de suyo, prejurídica, y como consecuencia, acéfala. Esto quiere decir que las normas que la rigen no son sino aquellas que provienen del derecho natural y de hábitos seculares; no hay leyes positivas y, por tal motivo, no hay autoridad en sentido estricto; ello no quita que haya centros de influencia y factores de poder, lo cual parece inevitable en toda agrupación humana.


La palabra nación designa una comunidad humana –no una sociedad- relativamente numerosa, que presenta con cierta nitidez los siguientes rasgos comunes: raza, lengua, religión, hábitos, recuerdos y perspectiva de un futuro también común. La nación es una comunidad y no una sociedad. La nación es una de las comunidades más importantes, y quizás la más compleja y completa que haya sido engendrada por la vida civilizada.

La sociedad política se puede definir como una asociación de hombres que viven en un determinado territorio, sometidos a leyes y a un gobierno común.

El estado es una parte de la sociedad política, un haz de instituciones que gobiernan la sociedad, es decir el poder político, una parte del todo al servicio del todo. Esta definición nos hace advertir cuán grave ha sido para la historia moderna la confusión entre nación y estado, el mito del estado nacional, y el llamado principio de las nacionalidades, en el sentido de que cada grupo nacional debe constituirse como un estado aparte. Tal confusión ha retorcido tanto a la nación como al estado. Esta perturbación comenzó en los escenarios democráticos, durante el siglo XIX, y llegó a su plena locura con la reacción antidemocrática del siglo XX.

El gobierno, es la persona o personas que ejercen en un momento determinado los poderes del estado.

El pueblo, entonces, es la totalidad de las personas que integran la sociedad política. No es, pues, una parte, un grupo, sino el todo.

(Extraído de El hombre y el estado, de Jacques Maritain)

 

 

 

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